Una noche que la luna parecía perdida, dos estrellas fugases se
descolgaron del cielo, cayendo de pronto, de la mano encendidas
Y desde entonces dos, se
hicieron compania para brillarle a la oscura y solitaria rutina
Pero no se, no se porque razón, coincidieron
en sus vidas, que buscándose… aun así se escondían.
Solo se que poquito a poquito,
caminaban deprisa asta hallarse en la osadía, la aventura y las ganas des ser, sin
importar que la noche no notara su desenfrenada huida.
Andan buscándose, sin saber que
una es la letra que la otra es poesía,
no se importan del mundo
porque se sienten que uno del otro su universo es, y
se mofan de los ojos que su estela de fuego vieron pasar sin saber que fue.
Cuantas noches permanecen
encendidas, se cobijan se dan vida, lloran y ríen y hasta piden de rodillas que
la vida las bendiga.
Continúan esperándose pues los
dos se necesitan, a cual mas da para el otro a quien mas se entiende, en la constelación perdida, de
una inmensa rebeldía.
Y otra noche dibujando
amaneceres, se pintaron de de lagrimas y fundieron su carne, destapando
soledades sus almas volvían a nacer, mas en los mosaicos de sus vidas,
olvidaron el ayer, y al óleo de un mañana lo acompañaban con carisias y sabanas
de piel.
Y desde entonces juegan a
perderse, para que siempre la excusa de volverse a conocer, los encuentre amándose,
como el tesoro escondido sin imaginar cuanta fortuna habrá en el cofre aquel.
Una estrella teme de si misma,
porque no imagina que algo así exista, pero la otra la adivina pues viene de la
galaxia infinita y en su sueños la veía, cuando ella buscando amor espadas le caían,
y le prestaba su escudo para tenerla algún día.
Hasta hoy se susurran cuando a
brillar se invitan, con su voz el seduce y la encandila, y ella al tiempo pone
cura en sus viejas heridas, y lo refresca cada día cual si fuera… una brisa, Marina…
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Reflejos... |